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La volatilidad volvió a tomar protagonismo en Wall Street en una sesión marcada por el choque entre el entusiasmo post-NVIDIA y una ola de toma de utilidades en los segmentos más especulativos del mercado. Lo que empezó como una extensión lógica del rally impulsado por la inteligencia artificial terminó convirtiéndose en una corrección en activos de alto beta —particularmente tecnológicas, criptomonedas y nombres favoritos del trading minorista momentum— justo cuando aumenta la inquietud por el poco margen de maniobra que realmente tiene la Reserva Federal para recortar tasas en el corto plazo.
La renta variable reflejó ese giro de ánimo de manera clara. El S&P 500, que venía de un repunte cercano al 2%, devolvió buena parte de esas ganancias conforme los intentos de prolongar el impulso de NVIDIA se fueron estrellando con tomas de utilidades y un mercado claramente más exigente con las valorizaciones del sector. De hecho, la propia NVIDIA —después de abrir con fuerza— terminó cediendo con holgura, una señal de que incluso las historias más robustas en materia de utilidades enfrentan límites tácticos cuando la concentración del rally es tan extrema. El telón de fondo no es que la tesis de IA haya perdido tracción —los datos de infraestructura y centros de datos siguen firmes—, sino que el mercado lleva semanas pidiendo evidencia de que la demanda fuera del ecosistema inmediato de NVIDIA puede sostener múltiplos que ya rozan niveles históricamente altos.
El golpe también vino por el lado cripto. La ruptura de Bitcoin por debajo de niveles psicológicos clave sirvió como catalizador para una descompresión más amplia del riesgo. Para bien o para mal, la principal criptomoneda se ha convertido en un termómetro casi instantáneo del apetito especulativo: cuando cede, se acelera el proceso de reducción de exposición a activos riesgosos, en particular acciones de alto beta. De esta forma, no es que los fundamentales de Bitcoin importen para el ciclo económico, sino que su precio se ha vuelto una señal operacional para estrategias sistemáticas y operadores tácticos. Lo anterior, junto con las valoraciones altas en tecnología, hizo que la reacción defensiva se propagara con rapidez.
En tasas y divisas, el cuadro fue menos dramático, pero igual de revelador. El último informe de nóminas no agrícolas —tardío, mixto y ya algo antiguo— no despejó dudas sobre el calendario de recortes. La tasa de desempleo sube, las revisiones apuntan a menor dinamismo, pero el crecimiento aún no muestra signos de quebrarse. Esa combinación mantiene a la Fed en una zona gris: una desaceleración suficiente como para justificar cautela, pero no lo bastante débil como para activar una secuencia acelerada de recortes. Las tasas del Tesoro a dos años cedieron algunos puntos base, reflejando un leve ajuste en las probabilidades implícitas de flexibilización, mientras que el dólar se mantuvo cerca de máximos, apoyado en gran parte por el carry de la divisa y la mayor aversión al riesgo.
La pregunta que se hacen varios inversionistas es si efectivamente hay o no una burbuja en el segmento tecnológico. Por un lado, las utilidades de los ganadores reales de IA son tangibles, el gasto de capital de los hyperscalers es enorme y sostenido, y la demanda por infraestructura de cómputo de alto rendimiento sigue creciendo a doble dígito. Por otro lado, existen riesgos asociados a inversiones masivas en infraestructura antes de que existan modelos de monetización plenamente probados. En este sentido, aunque la demanda por chips seguirá fuerte —algo prácticamente asegurado— lo relevante es determinar si los compradores de esa tecnología podrán convertir ese gasto en retornos que justifiquen las valuaciones actuales. NVIDIA entregó exactamente lo que el mercado esperaba, pero no disipó las dudas más estructurales, tales como la capacidad de las megacaps de transformar capex gigantesco en utilidades sostenibles y el rol de la deuda en financiar parte de este super ciclo.
A raíz de lo anterior, la corrección reciente puede interpretarse como una “corrección saludable” tras un fuerte rally, más que como el inicio de un mercado bajista sostenido. El mercado simplemente está recalibrando expectativas demasiado optimistas y obligando a los inversionistas a mirar nuevamente los riesgos macro y de política monetaria que habían quedado relegados por la narrativa de IA. Este proceso suele ser incómodo, sobre todo cuando la volatilidad está amplificada por flujos sistemáticos y dinámicas del inversionista minorista, pero también es un requisito para que el ciclo gane tracción fuera del puñado de nombres que ha dominado todo el año. Así, la IA seguirá siendo la fuerza dominante del mercado global, pero no puede —ni debe— ser la única que marque el rumbo.
Luego de una semana donde el mercado digirió varios catalizadores relevantes, tales como las utilidades de NVIDIA y la publicación de las nóminas no agrícolas en EE.UU., la atención se vuelta a la publicación de las cifras de confianza manufacturera y del sector servicios en EE.UU. correspondientes a noviembre, al igual que a la confianza del consumidor que calcula la Universidad de Michigan.
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