Si Cook se va, Trump nominaría a un nuevo gobernador de la Fed, lo que marcaría su cuarto (de siete) nombramiento, dándole así a sus candidatos una mayoría dentro del círculo superior de la Fed. Los gobernadores de la Fed tienen un mandato de 14 años y votan en cada reunión del FOMC sobre política monetaria, mientras que los 12 miembros regionales de la Fed rotan su derecho a voto anualmente. Tener cuatro gobernadores en el cargo durante tanto tiempo —y vistos como alineados con los deseos de Trump— reforzaría la percepción de los mercados sobre una pérdida de independencia del banco central.
Lo que también es clave es que los 12 miembros regionales de la Fed enfrentan un proceso de “reauthorisation” en febrero de 2026. Este evento ocurre cada cinco años y normalmente pasa desapercibido, sin sobresaltos. Pero esta vez hay verdaderos desafíos, ya que la votación para mantenerlos en sus cargos está en manos de los siete gobernadores de la Fed. Eso pone a varios miembros regionales en riesgo de perder sus puestos en febrero de 2026, siendo reemplazados posteriormente por gobernadores regionales afines a Trump.
Y voilà… para mayo de 2026, podríamos tener un presidente de la Fed designado por Trump, una mayoría de gobernadores nombrados por Trump, y varios cargos regionales ocupados también por personas afines a él.
Por supuesto, incluso si eso llegara a concretarse —y la saga Trump vs Cook probablemente se prolongue— la Fed aún tendría que establecer su política en línea con la realidad de los datos económicos. Incluso bajo fuerte influencia de Trump, quien en esencia habría puesto a estas personas en sus puestos, si la inflación está en 3,2% y subiendo, mientras que el mercado laboral y el crecimiento siguen siendo resilientes, y decidieran recortar tasas sin una justificación clara, los mercados los castigarían severamente por una erosión absoluta de credibilidad.
Eso resultaría en una fuerte venta del USD y en una migración de capitales fuera de los activos estadounidenses —el oro se dispararía. Por tanto, seguirían necesitando fijar la política en función de la realidad económica. Pero aun así, podríamos estar frente a una Reserva Federal construida por Trump— y eso podría tener grandes implicaciones en cómo los inversores extranjeros perciben y confían en el USD y en los mercados estadounidenses.
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