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El inicio de diciembre, históricamente uno de los meses más sólidos para las bolsas norteamericanas, llegó esta vez con un tono más indeciso, en parte porque los inversionistas decidieron tomar distancia de los segmentos más especulativos del mercado justo cuando un desplome en criptomonedas reavivó la aversión al riesgo. Cerca de USD 1.000 millones en posiciones apalancadas fueron liquidadas en medio de una violenta corrección que dejó a Bitcoin rondando los USD 85.000, arrastrando a empresas expuestas al ecosistema cripto y contribuyendo a un ambiente de mayor cautela que se superpuso al entusiasmo de la última semana de noviembre.
Ese giro hacia un tono más defensivo se combinó con el repunte de las tasas soberanas en EE.UU. tras la fuerte caída de los bonos japoneses, originada por comentarios del gobernador del Banco de Japón que reforzaron las apuestas a un alza de tasas en las próximas semanas. El movimiento se sintió inmediatamente en el tramo largo de los tipos de interés norteamericanos, donde las tasas a 10 años subieron cerca de 8 pb hasta 4,09%, reforzando la idea de que, aun cuando el mercado está obsesionado con el giro “dovish” de la Fed, la normalización de la política monetaria en Japón puede seguir actuando como un contrapeso al optimismo global. El reflejo natural de ese ajuste fue una menor tracción en sectores sensibles a tasas y un sesgo de toma de utilidades en las grandes compañías tecnológicas, con movimientos mixtos entre las “megacaps”, donde Alphabet retrocedió y Nvidia rebotó tras las pérdidas del viernes.
En paralelo, la narrativa macro siguió dominada por la expectativa de que la Reserva Federal recorte la tasa en diciembre, una tesis que impulsó el rally de fines de noviembre pero que ahora entra en una fase de prueba. El mercado sabe que esta semana llega información relevante —la encuesta ADP, la lectura preliminar de confianza del consumidor y, sobre todo, el PCE del viernes—, pero también entiende que el dato realmente crucial, el reporte laboral, se publicará después del FOMC del 10 de diciembre, lo que limita la capacidad de estas cifras para alterar de forma significativa las probabilidades de un recorte. Aun así, los indicadores conocidos hoy mostraron que la actividad manufacturera en EE.UU. se contrajo en noviembre al ritmo más pronunciado en cuatro meses, una señal que refuerza la noción de una desaceleración gradual más que de una recesión inminente. Más aún, históricamente las acciones tienden a comportarse mejor cuando la economía no está en recesión y la Fed está recortando tasas, un patrón que, de materializarse, otorgaría un soporte adicional al mercado. El dólar, por su parte, osciló sin dirección clara, atrapado entre la expectativa de un recorte de la Fed, el repunte de tasas largas en EE.UU. y la presión ascendente proveniente del mercado japonés.
Si ampliamos la mirada hacia mercados emergentes y, en particular, América Latina, el día se inscribe en una tónica similar: menos direccionalidad, algo más de cautela y movimientos dependientes de flujos tácticos. Así, el peso chileno opera con volatilidad elevada por ajustes de posicionamiento de inversionistas extranjeros en la antesala electoral, pese al soporte de un cobre firme; mientras que el peso colombiano consolida ganancias tras meses de mejora en indicadores externos, crecimiento moderado y mayor claridad en reformas locales. En renta variable, la región asimila la pausa de Wall Street: México refleja toma de utilidades, Chile extiende el avance del IPSA tras sus máximos históricos y Colombia sigue beneficiándose de valoraciones atractivas, aunque con menor impulso que en semanas previas.
Hacia adelante, el panorama mantiene una mezcla compleja: por un lado, la estacionalidad juega claramente a favor de los activos de riesgo. Desde la década de 1990, diciembre es el segundo mejor mes del año para el S&P 500 tanto en retornos promedio como en baja volatilidad, y la frecuencia de avances supera el 70%. A eso se suma un contexto de crecimiento global que debería ser favorable en 2026 y estimaciones de crecimiento de utilidades para los principales mercados entre 7% y 14% para el próximo año, lo que da un sustento más fundamental al optimismo de corto plazo.
Sin embargo, la primera sesión de diciembre recordó que la trayectoria no será lineal. La corrección en criptomonedas, el repunte de las tasas en Japón y el alza en los tipos de interés en EE.UU. emergen como recordatorios de que incluso en un entorno de transición hacia políticas más expansivas, los shocks técnicos y los cambios en expectativas pueden introducir episodios de volatilidad. Con todo, el cuadro general sigue siendo uno donde la narrativa del crecimiento económico —“moderación, pero no recesión”— permanece intacta y donde la combinación de estacionalidad favorable, un ciclo monetario más benigno y expectativas de utilidades en aumento mantiene la puerta abierta para que el tradicional rally de fin de año se materialice.
Durante la jornada de hoy el mercado estará atento a los comentarios de Michelle Bowman, consejera de la Fed al igual que a la publicación de cifras de confianza del sector servicios en China correspondientes al mes de noviembre.
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