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Los mercados pasaron la jornada en una especie de pausa nerviosa, con prácticamente todos los activos orbitando alrededor de los resultados de NVIDIA y una Reserva Federal obligada a tomar decisiones con una cantidad inusualmente limitada de datos duros. Wall Street detuvo efectivamente la reciente racha bajista mientras los operadores se posicionaban para los resultados del último integrante de las “Siete Magnificas” en reportar, en un contexto donde la narrativa de inteligencia artificial sigue siendo la columna vertebral del mercado alcista, aunque con un liderazgo extremadamente estrecho y valorizaciones cada vez más exigentes. En ese marco, NVIDIA se transformó en la verdadera prueba de fuego para calibrar si los billones de dólares anunciados en infraestructura de IA por parte de hyperscalers y grandes corporaciones se están traduciendo en un crecimiento de utilidades capaz de sostener múltiplos que llevan años tensionando los límites del optimismo. Para muchos, este reporte era un referéndum sobre si ese gasto masivo podía continuar al mismo ritmo o si, por el contrario, estábamos cerca de un punto de saturación.
La compañía no decepcionó. NVIDIA entregó un trimestre que volvió a demostrar por qué sigue siendo el eje gravitacional del ecosistema de IA. Los ingresos alcanzaron cerca de US$57.000 millones, impulsados por un negocio de centros de datos que rozó los US$51.000 millones y que volvió a superar sin dificultad las expectativas más optimistas del mercado. La utilidad por acción llegó a US$1,30, validando una ejecución operativa que se mantiene excepcional incluso para los estándares de la propia firma. Pero lo que realmente sostuvo el ánimo del mercado fue la perspectiva entregada por la compañía ya que anticipó ingresos del orden de US$65.000 millones para el próximo trimestre, muy por encima de lo que esperaba el consenso y señal clara de que la segunda ola de gasto en IA —particularmente en inferencia, escalamiento de modelos y despliegues empresariales— se está consolidando con más fuerza de la prevista. Jensen Huang, CEO de NVIDIA reforzó ese mensaje al describir la demanda de cómputo acelerado como “off the charts”, con la adopción de la arquitectura Blackwell avanzando más rápido de lo proyectado. A ello se suma una proyección de márgenes brutos cercanos al 75%, reforzando la idea de que la rentabilidad de la compañía sigue anclada en un perfil estructural difícil de replicar.
El mercado tomó nota de que, más allá de los números, NVIDIA volvió a re-anclar la narrativa de la IA en un momento de volatilidad creciente. La entrega de resultados no solo calmó los temores de una posible “burbuja” de sobreinversión, sino que también devolvió cierta visibilidad a un ciclo que sigue mostrando fundamentos sólidos. Esa validación se sintió incluso fuera del segmento de chips: Alphabet repuntó con fuerza, celebrada por las positivas reseñas de su modelo Gemini, promocionado como su sistema más avanzado y ya integrado en productos clave. Ese desempeño refleja un cambio interesante en el equilibrio del mercado: los inversionistas empiezan a premiar a beneficiarios de la IA más allá de NVIDIA, al mismo tiempo que se mantienen profundamente selectivos con nombres especulativos, donde la calidad de los pedidos y la ejecución son cada vez más escrutadas. El patrón dominante sigue siendo el mismo: la estrategia de “buy the dip” en líderes de calidad permanece muy arraigada tras tres años en que apostar contra el momentum ha sido costoso, aunque el mercado es implacable con compañías de IA sin fundamentos claros.
Ese telón de fondo bursátil convive con una macroeconomía particularmente incierta por el prolongado cierre del gobierno de EE. UU., que dejó a la Fed y a los inversionistas operando con un tablero de instrumentos incompleto. La Oficina de Estadísticas Laborales ya advirtió que no publicará el informe de empleo de octubre y que incorporará esos datos directamente en el reporte de noviembre, que se conocerá recién después de la última reunión de política monetaria del año. Esta distorsión sigue obligando a la Fed a apoyarse en encuestas privadas, indicadores de alta frecuencia y señales corporativas anecdóticas para evaluar si deben continuar con los recortes iniciados en octubre. Adicionalmente, las minutas publicadas ayer reflejan un Comité dividido entre quienes quieren priorizar la inflación aún elevada, quienes miran con preocupación la incipiente holgura laboral y quienes consideran que el umbral para otro recorte en diciembre se ha elevado. Los mercados monetarios reaccionaron reduciendo casi por completo la probabilidad de un recorte en diciembre, empujando al alza los rendimientos del Treasury a 10 años y fortaleciendo nuevamente al dólar.
Por su parte, las criptomonedas han sido la expresión más pura de este malestar en vista que el Bitcoin volvió a caer por debajo de los 90.000 dólares, profundizando una corrección que ha borrado una parte significativa de las ganancias del año. El movimiento refleja la misma mezcla de factores que presionan al high-beta tech: preocupación por un ritmo de recortes menos agresivo, posicionamiento congestionado y un apalancamiento que había crecido demasiado rápido tras un rally casi unidireccional. En materias primas, el petróleo retrocedió después de que los inventarios oficiales de Estados Unidos mostraran nuevas alzas en existencias de crudo y combustibles, reforzando la idea de un mercado en superávit. La EIA proyecta que los inventarios globales seguirán aumentando hasta 2026, impulsados por un crecimiento de oferta fuera de la OPEP que supera consistentemente la evolución de la demanda. En contraste, los metales industriales presentan un tono más constructivo. El cobre repuntó apoyado por señales de demanda resiliente asociada a la transición energética y por proyecciones de Cochilco que apuntan a que el precio promedio de este año podría ser el más alto registrado, con espacio para nuevos avances hacia 2026. Para los mercados bursátiles y cambiarios de Chile, este entorno constituye un contrapeso relevante frente a los temores de desaceleración global y al ruido de la volatilidad impulsada por la IA.
En conjunto, la jornada terminó siendo un microcosmos del mercado 2025: un rally que respira en función de un puñado de gigantes tecnológicos, una narrativa de IA que sigue encontrando validación en sus líderes y un entorno macro que obliga a navegar con prudencia. NVIDIA, una vez más, actuó como el barómetro que define el ánimo del mercado y, al menos por ahora, entregó exactamente lo que los inversionistas necesitaban escuchar.
Con las cifras de NVIDIA ya publicadas, el foco del mercado se desplazará hacia la publicación de las nóminas no agrícolas de septiembre en EE.UU., las cuales entregarán mayor claridad sobre si la Fed continuará con su proceso de recorte de tasas de interés durante 2025. Asimismo, distintos consejeros de la institución ofrecerán discursos en diversas instancias a lo largo del día; sin embargo, los datos de empleo probablemente concentrarán por completo la atención de los inversionistas.
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