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Los mercados globales sufrieron otra sesión de presión bajista mientras la narrativa en torno a la inteligencia artificial, el impulso de las utilidades corporativas y el giro de la Reserva Federal siguieron chocando con las altas valorizaciones norteamericanas. La ola vendedora en las mayores acciones tecnológicas del mundo empujó a las bolsas hacia su racha negativa más larga desde agosto, subrayando lo estrecho del liderazgo del mercado estadounidense. Así, el S&P 500 extendió su caída por cuarta jornada consecutiva, mientras los inversionistas concentran su atención —casi de forma obsesiva— en el inminente reporte de resultados de Nvidia, un evento que se ha convertido en símbolo de la reevaluación del relato bursátil impulsado por la IA. Sus acciones cayeron cerca de 2% previo a la entrega, reflejo de la creciente duda sobre si incluso un crecimiento de ingresos extraordinario será suficiente para justificar la capitalización de mercado acumulada en torno al complejo de la IA. De esta forma, tras meses de alzas casi parabólicas, el mercado exige pruebas de que el gasto en IA se traducirá en resultados concretos y mejoras de productividad más pronto que tarde.
Esa tensión es el corazón de la dinámica actual. El anuncio de Microsoft y Nvidia de invertir hasta 15.000 millones de dólares en Anthropic —una desarrolladora de IA vista como rival de OpenAI— reforzó la percepción de que los hyperscalers están inmersos en una carrera armamentista donde la intensidad del capital crece más rápido que la capacidad de monetización. El sentimiento en Wall Street se ha enfriado en las últimas semanas, con estrategas señalando que la IA aún no genera ingresos, llevando incluso a algunos de los analistas más optimistas del mercado a ajustar sus recomendaciones en Microsoft y Amazon por exceso de valorizaciones y por la creciente incertidumbre sobre el calendario de rentabilidad de la IA. En otras palabras, el temor es que el mercado haya entrado en una fase de “crescendo IA”, en la que las expectativas son tan elevadas que ni siquiera una ejecución impecable será suficiente. Además, la corrección, tras meses de volatilidad acotada, se ha amplificado por la concentración extrema en megacaps, donde Nvidia hoy pesa más que los sectores de energía, materiales e inmobiliarios combinados, y en algunas jornadas incluso supera ese conjunto más servicios públicos. En ese contexto, un solo reporte de utilidades tiene efectos secundarios globales.
La fragilidad del mercado se ve reforzada por algunos datos de posicionamiento. Algunos titulares han destacado que los niveles de “caja” de distintos gestores cayeron por debajo de un umbral crítico, gatillando una “señal de venta” al mismo tiempo que la exposición a acciones alcanzó su mayor nivel desde febrero. La corrección de 3,5% del S&P 500 desde su máximo histórico del 28 de octubre ha ocurrido pese a que cerca de 250 acciones del índice subieron hoy, evidencia de lo “angosto” que ha sido el liderazgo y de la fuerte rotación bajo la superficie. Incluso Bitcoin, que rompió brevemente los USD 90.000, reflejó más un ánimo de reducción de riesgo que un catalizador propio. La volatilidad repuntó con fuerza, con un índice clave de megacaps tecnológicas cayendo alrededor de 1% y el VIX acercándose a 23, su mayor nivel en semanas.
En el plano macro, el mercado sigue operando en una “niebla informativa” mientras el gobierno estadounidense empieza a liberar semanas de datos atrasados por el shutdown. La ausencia de referencias clave —desempleo, inflación, ventas minoristas— ha obligado a los inversionistas y a la Fed a navegar sin brújula. Varios consejeros aprovecharon el vacío para insistir en un ritmo más lento de recortes, llevando a los operadores a reducir abruptamente las probabilidades de un recorte en diciembre. Los rendimientos del Tesoro retrocedieron levemente, con el bono a 10 años rondando 4,12%, equilibrando flujos de refugio con la descompresión de apuestas excesivamente agresivas sobre estímulo.
En la región, el sentimiento siguió el patrón mundial, pero con matices propios. En Chile, el IPSA —que había marcado récords sucesivos tras la reducción percibida del riesgo político— retrocedió parte de ese avance conforme la ola vendedora global alcanzó a la plaza local. De esta forma, aunque el ciclo político y el sesgo expansivo del Banco Central han fortalecido el optimismo local, la debilidad del cobre y el tono global de aversión al riesgo pesaron sobre las acciones y el peso chileno. Además, nuevos datos mostraron un ensanchamiento del déficit de cuenta corriente, un recordatorio de que los fundamentales siguen importando. México mostró un contraste: si bien la bolsa se debilitó junto a Wall Street, el peso permaneció firme bajo 19 por dólar, apoyado por Banxico, altos diferenciales de tasas y los flujos asociados al nearshoring.
Aun así, conviene destacar que las utilidades corporativas fuera del segmento megatech siguen mostrando resiliencia. De hecho, aunque el complejo IA enfrenta un desafío de valorizaciones, el crecimiento de ganancias en el resto del mercado se mantiene firme. Nadie duda del potencial transformador de la IA; la incertidumbre gira en torno al timing y —sobre todo— a la distribución de las ganancias dentro de la cadena de valor. El mercado vive entre el temor a una burbuja y la esperanza de un nuevo ciclo de productividad, y esa tensión probablemente definirá el posicionamiento hacia fin de año.
De cara al futuro, la corrección parece más un ajuste “sano” tras meses de subidas casi lineales que el inicio de un ciclo bajista profundo. Históricamente, los retrocesos en noviembre no son comunes, pero a menudo anteceden un diciembre sólido, especialmente cuando la liquidez mejora y el posicionamiento se nivela. Por ahora, el desafío será distinguir qué mercados simplemente surfeaban la ola de liquidez y narrativa tecnológica, y cuáles cuentan con fundamentos capaces de soportar un costo de capital más exigente. Si las utilidades se mantienen firmes y la Fed evita endurecer las condiciones financieras, la volatilidad actual podría convertirse en la base de un repunte más sostenible hacia fin de año, más que en la antesala de una caída más profunda.
El gran catalizador del día serán los resultados corporativos de Nvidia hacia el cierre de la jornada, donde los inversionistas buscarán mayores detalles no solo sobre la salud financiera de la compañía, sino señales que sustenten otro impulso a la narrativa asociada a la inteligencia artificial. Asimismo, se publicarán las minutas de la última reunión de política monetaria de la Fed, las cuales podrían entregar más información respecto a la posibilidad de observar recortes adicionales en diciembre.
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