
Los mercados transitan una etapa de cautela, marcada por una menor toma de riesgo y un posicionamiento más defensivo, a la espera de señales más claras desde el entorno macroeconómico global. En particular, el mercado laboral de Estados Unidos se mantiene como la principal ancla para las expectativas de política monetaria, en un escenario donde la inflación continúa desacelerándose de forma gradual y no exenta de rigideces.
La expectativa por el reporte de empleo de noviembre —que además incorpora revisiones afectadas por rezagos estadísticos— ha elevado la prudencia entre los inversionistas. El mercado internaliza un escenario en el que la Reserva Federal podría priorizar la estabilidad de la actividad y el empleo, incluso a costa de una convergencia inflacionaria más lenta. En este contexto, los datos de empleo e inflación serán determinantes para definir tanto el cierre de 2025 como el inicio de 2026.
La jornada más reciente estuvo marcada por una clara falta de convicción en los mercados de renta variable, renta fija y divisas, en la antesala de una batería de datos económicos relevantes en Estados Unidos. En este entorno, los inversionistas se mantienen esencialmente “en pausa”, con movimientos de precios que reflejan un reajuste de expectativas más que una toma de utilidades decidida, a la espera de señales macroeconómicas más contundentes.
El foco sigue concentrado en la evolución del mercado laboral estadounidense, que continúa siendo el principal factor para definir la trayectoria futura de la política monetaria de la Reserva Federal y, por extensión, la valoración de los principales activos financieros a nivel global. Este compás de espera se explica, en buena medida, por la expectativa en torno al reporte de empleo de noviembre, el cual incluirá revisiones de las cifras de octubre publicadas con rezago debido al prolongado cierre parcial del gobierno federal.
Este elemento añade un grado adicional de incertidumbre respecto a la calidad y comparabilidad de los datos, incentivando una postura más cautelosa por parte de los inversionistas. En paralelo, el mercado sigue internalizando un escenario en el que la Fed podría recortar su tasa de interés en dos oportunidades durante 2026, con el objetivo de sostener el mercado laboral, aun cuando la inflación continúe mostrando rigideces en algunos de sus componentes más persistentes.
La dinámica de las tasas del Tesoro estadounidense de corto plazo refleja esta lectura. El ajuste observado en los tramos más cortos de la curva sugiere que los inversionistas perciben a una Reserva Federal cada vez más sensible a señales de debilitamiento del empleo, incluso si el proceso desinflacionario no avanza de manera completamente lineal. En este sentido, el balance de riesgos parece haberse desplazado hacia el lado de la actividad económica, reforzando la idea de que la autoridad monetaria estaría dispuesta a tolerar una convergencia inflacionaria más lenta para evitar un deterioro abrupto del empleo.
Las señales provenientes desde la propia Reserva Federal refuerzan este escenario de ambigüedad. Mientras John Williams, presidente de la Fed de Nueva York, señaló que la política monetaria se encuentra bien posicionada de cara al próximo año, otras voces dentro del comité, como Susan Collins de la Fed de Boston, reconocieron que la última decisión de tasas fue particularmente ajustada y manifestaron preocupación por niveles de inflación que aún se mantienen elevados.
Esta combinación de mensajes mantiene vigente el escenario de “bad news is good news”, en el que datos laborales moderadamente más débiles podrían ser interpretados como favorables para los activos de riesgo, siempre que no sugieran un deterioro abrupto o desordenado del mercado laboral.
En los mercados accionarios, esta falta de convicción se tradujo en un comportamiento mixto, con las acciones de mayor capitalización mostrando señales dispares y un desempeño relativamente más débil en los segmentos de menor tamaño. El apetito por riesgo se vio parcialmente contenido tanto por la corrección acumulada en algunos nombres tecnológicos relevantes como por la volatilidad persistente en el mercado de criptoactivos, que continúa actuando como un termómetro adicional del sentimiento inversor.
En renta fija, la atención permanece puesta en evaluar si los próximos datos macroeconómicos serán suficientes para adelantar las expectativas del próximo recorte de tasas —potencialmente hacia el primer trimestre— o si, por el contrario, validarán el consenso actual que sitúa ese movimiento más avanzado en el calendario.
En el mercado de divisas, el dólar se mantuvo sin una tendencia definida, reflejando la misma indecisión observada en otros activos y la ausencia de catalizadores inmediatos. En contraste, el yen mostró una apreciación, impulsado por la creciente probabilidad de un ajuste de política monetaria por parte del Banco de Japón, en un contexto donde los inversionistas comienzan a anticipar un cierre gradual de una de las políticas monetarias más laxas del mundo desarrollado.
Mirando hacia adelante, los próximos datos de empleo e inflación no solo definirán el tono del cierre de 2025, sino que también comenzarán a establecer el marco de referencia para el arranque de 2026. En un entorno de menor liquidez estacional, característico de las últimas semanas del año, y con antecedentes recientes de retrasos estadísticos, el riesgo de episodios de mayor volatilidad en el mercado de tasas sigue latente. No obstante, mientras el deterioro del mercado laboral sea gradual y la inflación no muestre repuntes significativos, el mercado probablemente mantendrá su sesgo hacia un escenario de aterrizaje suave, con una Reserva Federal inclinada a acompañar ese proceso más que a frenarlo.
El mercado estará atento a la publicación de las cifras de empleo de noviembre en Estados Unidos, las cuales llegan con un rezago relevante producto del cierre parcial del gobierno federal. Adicionalmente, se conocerán las ventas minoristas de noviembre y los indicadores PMI de diciembre, ambos correspondientes a la economía estadounidense.
En América Latina, la atención se centrará en la reunión de política monetaria en Chile, donde el mercado espera un recorte de 25 puntos base en la tasa de política monetaria, en línea con el proceso de normalización gradual del ciclo monetario regional.
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