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La semana comenzó con un tono más optimista en los mercados globales, impulsado por señales de menor tensión comercial entre Estados Unidos y China, un contexto de política monetaria cada vez más expansiva y una temporada de resultados corporativos que sigue validando la resiliencia de las compañías estadounidenses. Sin embargo, bajo esa superficie persiste una cautela estructural: el ciclo de recortes de tasas aún no ha comenzado, las tensiones geopolíticas siguen latentes y el riesgo político interno en EE.UU. continúa condicionando la visibilidad macroeconómica.
El catalizador principal de la jornada fue la reactivación de las conversaciones entre EE.UU. y China, que generó expectativas de un acuerdo marco preliminar tras meses de estancamiento. La posibilidad de una reunión bilateral entre el presidente Trump y su homólogo Xi Jinping alimentó una rotación hacia activos de riesgo. La perspectiva de un reinicio de las compras chinas de soya estadounidense, suspendidas desde mediados de año, introdujo un potencial cambio de equilibrio en las cadenas de suministro agrícolas, con implicancias directas para América Latina, donde Brasil y Argentina se han beneficiado de la desviación de flujos comerciales durante el conflicto. La clave, sin embargo, radica en la sostenibilidad de este acercamiento: los inversionistas permanecen atentos a si las señales de diálogo se traducen en concesiones verificables o si el tono proteccionista desde EE.UU. reemerge, lo que podría revertir rápidamente el apetito por riesgo.
De esta forma, la distensión comercial amplificó un entorno que ya venía mostrando fortaleza en vista que los principales índices bursátiles estadounidenses alcanzaron nuevos máximos en un contexto donde los resultados corporativos del tercer trimestre han superado expectativas, proyectando un incremento cercano al 14% en utilidades respecto al año anterior. Este desempeño refleja la solidez del gasto del consumidor y la continuidad del ciclo de inversión tecnológica vinculada a la inteligencia artificial, lo que junto con un escenario de inflación moderada, ha desplazado temporalmente los temores de recesión. Así, la posibilidad de que la Fed confirme su giro hacia las menores tasas de interés podría extender el optimismo, siempre que las cifras de inflación, sobre todo la proveniente de bienes importados, no reaviven las presiones de precios.
Dicho optimismo también se tradujo en una depreciación moderada del dólar frente a las principales monedas. El retroceso del billete verde alivió temporalmente la presión sobre mercados emergentes y dio espacio a una recuperación táctica en monedas de alto carry. No obstante, la trayectoria futura del dólar sigue supeditada al lenguaje de la Fed, ya que cualquier matiz menos expansivo en su comunicado podría deshacer parte de las ganancias recientes y reactivar la volatilidad en los mercados de financiación en dólares.
En commodities, el componente geopolítico y comercial dominó el panorama. El petróleo Brent se mantuvo estable, reflejando un balance entre la menor demanda proyectada y las fricciones dentro de la OPEP+ respecto al cumplimiento de cuotas. En contraste, el oro retrocedió ante mayores flujos hacia renta variable, aunque los riesgos persistentes mantienen su atractivo como activo refugio. En el caso del cobre, las expectativas de estímulo fiscal chino y las restricciones de oferta en Chile siguen configurando un escenario de soporte estructural para los precios.
En América Latina, los avances globales se combinaron con factores domésticos que generaron fuertes divergencias entre países. En Argentina, los mercados reaccionaron con euforia tras la contundente victoria legislativa del presidente Javier Milei, interpretada como un mandato para acelerar su agenda de reformas promercado. La perspectiva de mayor disciplina fiscal y desregulación impulsó al peso y a los bonos soberanos, con flujos revirtiendo parte del pesimismo que había dominado en trimestres anteriores. Analistas locales y globales ven en este resultado un punto de inflexión para reposicionar a Buenos Aires como destino de inversión de carry trade, siempre que las reformas estructurales se implementen con credibilidad. En Brasil, la señal política fue igualmente favorable: el gobierno de Lula da Silva habría alcanzado un entendimiento con EE.UU. para evitar la imposición de aranceles del 50% sobre exportaciones clave, un avance que favorece la estabilidad del real. En Chile, el desempeño bursátil y cambiario se benefició de la firmeza del cobre y de la mejora en los flujos institucionales, en un contexto en que los inversionistas siguen ponderando la cautela del Banco Central ante una inflación que se mantiene por encima del objetivo.
En conjunto, el comportamiento de los mercados durante la jornada reflejó un entorno en el que la combinación de una incipiente moderación del conflicto comercial, un sesgo monetario más laxo y una temporada de resultados sólida ofrece un soporte para la continuidad del apetito por riesgo hacia fin de año. Sin embargo, la persistencia de tensiones —desde la prolongación del cierre parcial del gobierno estadounidense hasta los riesgos de reversión en los avances comerciales— sugieren que la complacencia aún no tiene espacio. La sustentabilidad del actual rally dependerá de que los compromisos geopolíticos se materialicen y los bancos centrales logren equilibrar crecimiento y estabilidad sin reavivar presiones inflacionarias.
En el contexto de cierre parcial del gobierno, que ya se extiende por 28 días consecutivos, el mercado seguirá atento a la publicación de los resultados corporativos de compañías como Visa y Electronic Arts, entre otros. De igual forma, en América Latina la atención estará en la reunión de política monetaria del Banco Central de Chile, donde el mercado está esperando una mantención de la TPM en 4,75%.
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