
La desaceleración del IPC en Estados Unidos, más pronunciada de lo esperado, reactivó el apetito por riesgo en los mercados financieros, a pesar de las distorsiones estadísticas asociadas al cierre parcial del gobierno. En paralelo, las sólidas perspectivas entregadas por Micron reforzaron la narrativa de una demanda resiliente en infraestructura de inteligencia artificial, impulsando al sector tecnológico. La renta fija también encontró soporte, al ampliarse marginalmente el espacio para recortes de tasas en 2026. Sin embargo, la Reserva Federal mantiene una postura cauta y la validación de este escenario dependerá de la evolución de los próximos datos de inflación.
La sesión estuvo marcada por la publicación del dato de inflación en Estados Unidos, que sorprendió por la magnitud de su desaceleración. Más allá de las advertencias técnicas asociadas al cierre parcial del gobierno, que afectó la recolección de precios durante octubre y obligó a iniciar el muestreo más tarde de lo habitual en noviembre, los inversionistas optaron por privilegiar la señal direccional, en un contexto donde la inflación parece estar cediendo a un ritmo más rápido de lo anticipado, especialmente en categorías que habían mostrado una rigidez persistente durante gran parte de 2024 y 2025.
Este cambio de percepción reactivó el apetito por riesgo de forma generalizada. A ello se sumaron las sólidas perspectivas entregadas por Micron Technology en su reporte de resultados, que contribuyeron a fortalecer el optimismo del mercado. El mensaje de la compañía apuntó a que la demanda asociada a la infraestructura de inteligencia artificial se mantiene sólida, ayudando a moderar las preocupaciones recientes sobre la sostenibilidad del elevado gasto en inversión vinculado a esta tecnología.
La combinación de señales positivas desde el frente macroeconómico y corporativo impulsó a las principales bolsas estadounidenses. El S&P 500 avanzó cerca de un 0,8%, mientras que el Nasdaq, con mayor exposición al sector tecnológico, registró un alza de aproximadamente 1,5%.
En renta fija, los bonos del Tesoro estadounidense también se vieron favorecidos, ya que el temor a una persistencia inflacionaria que obligara a la Fed a mantener una postura más restrictiva en 2026 se moderó tras el dato de IPC. El hecho de que la inflación subyacente se ubicara claramente por debajo de las estimaciones reforzó el argumento del ala más expansiva del banco central, que viene señalando que los riesgos se han desplazado gradualmente desde la inflación hacia el mercado laboral.
Si bien el mercado reconoce que se trata de un dato aislado, y potencialmente distorsionado, este resultado amplía marginalmente el espacio para recortes adicionales de tasas en 2026, especialmente si el desempleo continúa mostrando señales de alza.
No obstante, el trasfondo sigue siendo de cautela. Tanto economistas como responsables de política monetaria son conscientes de que la lectura inflacionaria de noviembre no constituye una señal concluyente para redefinir la trayectoria de tasas. Las probabilidades implícitas de un recorte en la reunión de enero siguen siendo acotadas, y la atención del mercado ya se desplaza hacia el IPC de diciembre como el verdadero termómetro para evaluar si este cambio en la narrativa inflacionaria se consolida o responde a una distorsión estadística puntual.
En este contexto, el escenario base de la Fed no debería modificarse de forma significativa en el corto plazo, manteniendo una postura de cautela y dependencia de los datos antes de realizar cambios relevantes en la orientación de la política monetaria.
La jornada también estuvo influida por señales provenientes de otros bancos centrales. Tanto el Banco Central Europeo como el Banco de Inglaterra mantuvieron un tono relativamente más restrictivo, lo que se tradujo en un desempeño relativo más débil de los bonos europeos frente a sus pares estadounidenses. Este comportamiento refuerza la idea de que la divergencia entre los ciclos monetarios de EE.UU. y Europa podría persistir en el corto plazo.
Mirando hacia adelante, el mensaje de fondo es que el mercado vuelve a encontrar respaldo en la idea de que la inflación subyacente está mejor comportada de lo que se temía hacia el cierre de 2025. Sin embargo, la validación definitiva de este escenario requerirá observar cómo evolucionan los precios una vez superado el período posterior al cierre del gobierno, en un contexto donde el crecimiento económico podría mostrar señales de mejora durante 2026.
Si los próximos datos confirman esta tendencia, la Reserva Federal tendría mayor margen para continuar con recortes de tasas orientados a sostener el mercado laboral, lo que seguiría dando soporte a los activos de riesgo. De lo contrario, la volatilidad podría reaparecer con mayor intensidad.
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