
La sesión de ayer estuvo marcada por una lectura cautelosa de los mercados frente a señales de un mercado laboral estadounidense que continúa enfriándose, pero sin mostrar un deterioro abrupto que justifique un giro más agresivo en la política monetaria. Los inversionistas reaccionaron con escepticismo ante un reporte de empleo particularmente ruidoso, afectado por los rezagos estadísticos derivados del cierre parcial del gobierno federal más largo en la historia de Estados Unidos. Ese ruido técnico llevó a los agentes a sacar conclusiones firmes y a contener apuestas por recortes adicionales en el corto plazo, generando una dinámica de menor apetito por riesgo en renta variable y movimientos erráticos en la renta fija.
El informe de empleo de noviembre entregó señales mixtas. La creación de empleo sorprendió positivamente en términos secuenciales tras la fuerte caída de octubre, aunque buena parte de la debilidad reciente se explicó por la contracción del empleo del estado. Al mismo tiempo, la tasa de desempleo continuó aumentando y alcanzó su nivel más alto desde 2021, reforzando la narrativa de una desaceleración gradual del mercado laboral. En conjunto, los datos contienen suficiente debilidad como para validar los recortes ya implementados por la Reserva Federal hacia fines de 2025, pero no aportan evidencia convincente de que sea necesario acelerar o profundizar significativamente el ciclo de relajación monetaria en el corto plazo.
Con todo, desde la perspectiva de la Fed, es poco probable que los datos de empleo de octubre y noviembre tengan un peso determinante en el diseño inmediato de la política monetaria, precisamente por las distorsiones asociadas al cierre del gobierno. Así, el reporte de empleo de diciembre, que se publicará a comienzos de enero antes de la próxima reunión, será visto como un insumo mucho más confiable para evaluar si la economía está transitando hacia una desaceleración más profunda o simplemente normalizando su ritmo de crecimiento.
En este contexto, los mercados han comenzado a tratar al frente laboral como una señal secundaria frente a la inflación, al menos mientras persistan dudas sobre la calidad de los datos. La atención se desplaza así hacia los próximos registros de inflación, que probablemente se conviertan en el principal catalizador macro de cara al inicio de 2026.
Por otra parte, las ventas minoristas mostraron un desempeño prácticamente plano, con fortaleza en algunas categorías compensada por debilidad en el sector automotriz, lo que sugiere que el consumo sigue siendo resiliente, aunque con señales incipientes de moderación. En paralelo, la caída del precio del petróleo volvió a actuar como termómetro de las preocupaciones sobre la demanda global, contribuyendo a aliviar presiones inflacionarias en el margen, pero sin generar un impulso claro para los activos de riesgo.
En términos de política monetaria, el mensaje de fondo permanece intacto. Tras haber recortado tasas en tres reuniones consecutivas, la Reserva Federal se encuentra en una posición cómoda para pausar y observar. El propio presidente Powell ha enfatizado que el mercado laboral se está enfriando gradualmente, pero con riesgos latentes de una desaceleración mayor. Al interior del comité persisten diferencias sobre la necesidad de nuevos recortes en 2026, y el último reporte de empleo ofreció argumentos para ambos bandos: debilidad suficiente para justificar una postura acomodaticia, pero no lo bastante clara como para forzar una acción inmediata. Desde esta óptica, la reacción del mercado parece razonable. Cada señal aparentemente expansiva vino acompañada de un matiz, y cada dato más firme estuvo condicionado por factores transitorios.
En suma, el reporte laboral describió una economía que no se ha descarrilado, pero que tampoco ha recuperado impulso. No es un escenario de “Goldilocks” (crecimiento moderado con inflación contenida), pero sí uno coherente con crecimiento resiliente y una Fed que puede permitirse ser paciente. Las expectativas de mercado para dos recortes adicionales en 2026 permanecen vigentes, aunque el umbral para materializarlos dependerá de que los próximos datos —en particular el informe de empleo de diciembre— confirmen que la pérdida de dinamismo del mercado laboral es más persistente y generalizada de lo que sugieren estas cifras aún imperfectas.
Por otra parte, el banco central de chile recortó su tasa de política monetaria en su ultima reunión del 2025 en 25pb en línea con las expectativas del mercado. En este sentido la autoridad señaló que la inflación se ha reducido más rápido a lo proyectado en su IPoM de septiembre en un contexto en el que lo riesgos para la convergencia inflacionaria se han moderado por lo que en sus proyecciones estima que la inflación llegaría a la meta de 3% durante el primer trimestre del 2026. Asimismo, la autoridad señaló en su IPoM de diciembre que la actividad local ha estado en línea con lo esperado, con una inversión en maquinaria y equipos que ha ido mejorando mientras que, en el plano internacional, el impulso externo es algo mayor para Chile con un crecimiento económico mundial que ha sido resiliente a los shocks de incertidumbre de inicios de año y mejores condiciones financieras.
En ausencia de cifras macroeconómicas relevantes en EE.UU. los inversionistas ahora centran su atención en los comentarios de distintos consejeros de la Fed donde se encuentran Christopher Waller, John Williams y Raphael Bostic siendo los dos primeros algunos de los miembros que tienen un sesgo expansivo en cuanto a la política monetaria. En materia corporativa el foco estará en la publicación de resultados de Micron Technology la cual servirá de termómetro para medir la fortaleza de la narrativa asociada a la inteligencia artificial.
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