El índice S&P 500 registra un alza relativa, donde en su punto máximo, el índice bursátil norteamericano logró superar el 1.5% en las primeras horas de negociación, impulsado por los anuncios del fin de semana sobre una pausa en la aplicación de aranceles agresivos a importaciones clave de productos electrónicos y computadoras, muchos de ellos provenientes de China.
Este respiro táctico, que según informes iniciales sugería una exención temporal para bienes como smartphones y computadoras portátiles de las tasas más elevadas recientemente impuestas a productos chinos (que alcanzaron el 145% en respuesta a medidas de Pekín), generó un optimismo inmediato, especialmente visible en el sector tecnológico. Acciones de gigantes como Apple experimentaron repuntes notables, al igual que otras empresas con cadenas de suministro expuestas a China, como Tesla y Nvidia. El Dow Jones también reflejó este sentimiento, en algún punto de la jornada logrando avanzar más de 500 puntos.
Sin embargo, el impulso inicial, aunque robusto, encontró un techo natural a medida que los detalles de la política arancelaria se aclaraban, revelando una complejidad mayor. La Casa Blanca y funcionarios como el Secretario de Comercio, Howard Lutnick, matizaron rápidamente la situación. Se aclaró que no se trataba de una exención completa, sino de una posible reclasificación temporal o, más importante aún, un preludio a la imposición de aranceles específicos y nuevos bajo una categoría denominada "arancel de semiconductores", prevista para el futuro próximo.
Esta falta de claridad y la perspectiva de nuevas tarifas sectoriales han contenido eficazmente mayores avances en los índices. El alivio en los mercados es palpable pero frágil, sujeto intrínsecamente a la próxima fase de la política arancelaria estadounidense. La confusión inicial y las posteriores aclaraciones subrayan la volatilidad inherente a un entorno donde las decisiones de política comercial pueden cambiar rápidamente y de manera a veces contradictoria.
Desde Pekín, la reacción ha sido medida. Si bien se reconocen estos movimientos como pasos potenciales hacia la negociación, la postura general parece mantenerse firme frente a las presiones arancelarias de Washington. Esto sugiere que el camino hacia una desescalada sostenida sigue siendo incierto.
En este contexto, navegamos un entorno donde la política comercial, con sus giros inesperados, continúa siendo el principal barómetro del sentimiento inversor. La atención del mercado permanecerá fijada en cualquier señal sobre la naturaleza, el alcance y el calendario de los nuevos aranceles sobre semiconductores y equipos electrónicos, así como en la evolución general de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China. La incertidumbre, por ahora, sigue siendo el factor dominante que modula el apetito por el riesgo.
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