El índice DXY refleja una caída del 0.2%, oscilando alrededor de los 97 puntos, un nivel preocupante por ser el más bajo registrado desde febrero de 2022. Esta depreciación subraya la creciente incertidumbre monetaria, económica y fiscal en Estados Unidos.
La principal presión sobre el dólar surge desde una postura cada vez más moderada por parte de la Reserva Federal (FED). Comentarios recientes de autoridades clave del organismo monetario han elevado considerablemente la probabilidad de recortes en la tasa de interés. Christopher Waller, gobernador de la FED, indicó explícitamente que podría haber una rebaja tan pronto como en julio, argumentando que no hay razones para retrasar la acción ante señales claras de enfriamiento en la inflación y el empleo. Michelle Bowman, vicepresidenta de Supervisión, coincidió al señalar que apoyaría una reducción si la inflación continúa contenida. Por su parte, Jerome Powell, presidente de la FED, aunque más cauto, reconoció la posibilidad de recortes anticipados si los datos macroeconómicos justifican dicha decisión.
Este tono dovish ha generado una respuesta del mercado, que ya anticipa una probabilidad superior al 93% para un recorte en septiembre y ha comenzado a descontar casi 66 puntos base de rebajas acumuladas para finales de año. Sin embargo, cabe señalar que no existe aún consenso interno dentro del FOMC, reflejando prudencia en medio de la incertidumbre actual.
Adicionalmente, la preocupación fiscal ejerce una fuerte presión bajista sobre el dólar. El déficit fiscal estadounidense alcanzó $1.4 billones en mayo, un incremento del 7% respecto al año anterior, mientras que la deuda nacional ya supera los $36.4 billones.
La atención fiscal se centra especialmente en el controvertido proyecto "One Big Beautiful Bill" propuesto por la administración Trump, que añadiría $3.3 billones al déficit en la próxima década. Este paquete legislativo enfrenta una considerable resistencia en el Senado, con divisiones internas del Partido Republicano y oposición unánime de los demócratas debido a sus implicaciones fiscales y sociales regresivas.
Desde una perspectiva técnica, el índice DXY continúa claramente orientado a la baja, aproximándose a una directriz alcista clave que data desde los mínimos de 2008.
En el corto plazo, la evolución del dólar dependerá significativamente de los datos laborales de junio (NFP), adelantados al jueves debido al feriado del Día de la Independencia. Un reporte de empleo débil podría reforzar rápidamente las expectativas de recortes anticipados por parte de la FED, incrementando la presión bajista sobre el USD.
En conclusión, el dólar estadounidense enfrenta un contexto complejo, marcado por una FED relativamente más dovish, riesgos fiscales significativos y un mercado laboral en incertidumbre. Este entorno anticipa posibles presiones bajistas sobre la divisa estadounidense.
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