Según las estimaciones recopiladas por FactSet, se espera que el crecimiento agregado de beneficios del S&P 500 sea del 5,0% interanual en el segundo trimestre. Si se confirma, esto marcaría el octavo trimestre consecutivo de crecimiento, aunque también sería el ritmo más lento desde el cuarto trimestre de 2023. En cuanto a los ingresos, se espera un crecimiento del 4,2% interanual, lo que representaría el 19.º trimestre consecutivo de crecimiento si se materializa.
Sin embargo, al inicio de la temporada de resultados, el índice S&P 500 sigue apareciendo como “sobrevalorado” según las métricas de valoración tradicionales, con un ratio P/E (precio-beneficio) a 12 meses adelantado situado en 21,9, por encima de sus promedios a 5 y 10 años.
A nivel sectorial, las expectativas son algo más dispares.
Se espera que seis de los once sectores del índice informen de un crecimiento anual de beneficios, siendo los Servicios de Comunicación y la Tecnología de la Información los que lideran. Por el contrario, el sector Energía encabezará las caídas interanuales en beneficios. Las previsiones de crecimiento de ingresos son bastante más positivas en general, aunque Energía vuelve a situarse a la cola.
De cara a la temporada de informes, las previsiones —como es habitual— han tendido a la baja, con estimaciones de beneficios que han caído alrededor de un 4,1% durante el segundo trimestre, muy por encima del promedio de los últimos diez años. No obstante, esto no debería ser motivo de especial preocupación, dado que las empresas suelen “modular y superar” esas expectativas reducidas.
Por tanto, además de los resultados en sí, los participantes del mercado también prestarán mucha atención a la orientación futura que las empresas incluyan en sus informes, especialmente en el contexto macroeconómico aún incierto y en un panorama arancelario en constante evolución. Como ya viene ocurriendo desde hace tiempo, el listón para que las acciones suban tras la publicación de resultados es bastante alto: se necesitan tanto cifras mejores de lo esperado como revisiones al alza de las previsiones para que se produzcan subidas sostenidas.
Como es habitual, la temporada de resultados comenzará con los principales bancos de Wall Street, que actuarán como barómetro para el resto del periodo. La perspectiva aquí sigue siendo algo mixta, con volúmenes de fusiones y adquisiciones aún relativamente moderados debido al entorno incierto, a pesar del repunte respecto a la caída del primer trimestre. Al mismo tiempo, el enfoque de “esperar y ver” por parte de la Fed en cuanto a tipos debería permitir que los márgenes de interés neto (NIM) se mantengan sólidos, aunque será clave vigilar de cerca el nivel de provisiones realizadas, dado el aumento de los temores sobre la posible fragilidad del mercado laboral.
Más allá de los bancos, también se seguirá de cerca la presentación de resultados de las grandes tecnológicas, aunque el término “los siete magníficos” se menciona mucho menos este año que en 2023 y 2024.
El rendimiento del grupo ha sido increíblemente dispar este año, muy lejos del dominio de mercado observado en tiempos recientes, con factores específicos de cada acción desempeñando un papel mucho más relevante: Tesla ha caído lastrada por la continua disputa entre Trump y Musk; Apple enfrenta obstáculos debido al lento avance en el ámbito de la inteligencia artificial; mientras que, en contraste, Meta, Microsoft y Nvidia han tenido un buen desempeño, aprovechando al máximo el impulso del tema de la IA, y en el caso de Nvidia, gracias a un aparente e interminable aumento del gasto en capital (CapEx).
Tomando un poco de distancia, esta temporada de resultados será una prueba clave para el mercado, ya que tanto el S&P 500 como el Nasdaq 100 entran en el periodo de publicación en máximos históricos o muy cerca de ellos. El argumento alcista hasta ahora se ha basado en una retórica comercial más moderada, un sólido crecimiento económico subyacente y un ritmo firme de crecimiento en los beneficios empresariales. Si este último pilar se ve amenazado, podrían aparecer obstáculos a corto plazo para el apetito por el riesgo, aunque cualquier debilidad probablemente sea vista como una oportunidad de compra.
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