El factor geopolítico dominante actualmente es la escalada en las tensiones entre Estados Unidos e Irán. La decisión estadounidense de evacuar parcialmente su personal diplomático en Bagdad, Baréin y Kuwait debido a amenazas creíbles ha mantenido en alerta a los mercados. Este movimiento responde a la creciente incertidumbre generada por el estancamiento en las negociaciones nucleares entre ambos países, agravado por amenazas iraníes explícitas hacia bases estadounidenses en la región.
La situación adquiere una dimensión estratégica mayor al considerar el Estrecho de Ormuz, por donde transita aproximadamente el 20% del suministro mundial de petróleo. Cualquier disrupción o amenaza sobre esta vía marítima vital podría provocar rápidamente incrementos significativos en los precios del crudo, tal como se observó con un repunte inmediato superior al 4% tras conocerse la evacuación diplomática estadounidense.
Desde una perspectiva fundamental, los datos más recientes de la Administración de Información Energética (EIA) revelan una reducción mayor a la esperada en los inventarios comerciales de petróleo en EE. UU., cayendo en 3.6 millones de barriles. Esta cifra, que refleja una demanda interna robusta, brinda soporte a los precios y destaca la fortaleza subyacente en el consumo energético estadounidense.
Adicionalmente, los datos macroeconómicos recientes de EE. UU. aportan otro elemento de soporte. La inflación estadounidense, menor de lo previsto en mayo, ha reforzado las expectativas de un posible recorte de tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed) tan pronto como septiembre. Tal ajuste monetario favorecería el crecimiento económico y, consecuentemente, impulsaría la demanda futura de petróleo.
No obstante, este panorama favorable enfrenta importantes contrapesos. La decisión reciente de la OPEP+ de incrementar gradualmente su producción, sumando cerca de 1.4 millones de barriles diarios adicionales entre abril y julio, junto con preocupaciones persistentes sobre el crecimiento económico global, actúan como factores limitantes que podrían restringir avances más significativos en los precios.
En términos técnicos, el precio del WTI ha regresado al rango lateral anterior, poniendo nuevamente en el radar de los operadores la resistencia clave ubicada en torno a los 83 dólares por barril. Bajo esta óptica técnica, cualquier escalada en las tensiones entre EE. UU. e Irán podría convertirse en un catalizador relevante para movimientos futuros en el precio.
Finalmente, aunque los fundamentos del mercado petrolero presentan elementos sólidos que respaldan cierto optimismo, no puede descartarse una volatilidad persistente debido a la sensibilidad ante eventos geopolíticos. El equilibrio actual dependerá en gran medida del desarrollo de las tensiones en Medio Oriente, la dinámica de producción global y la respuesta económica ante posibles cambios en la política monetaria estadounidense.
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