Si bien el peso ha logrado mantenerse relativamente estable frente al dólar estadounidense, e incluso mostrando avances, esta resiliencia podría ser un espejismo. La contracción del 0.6% del PIB en el cuarto trimestre de 2024, sumada a un crecimiento anual de apenas el 0.6%, revela un debilitamiento de la economía mexicana, especialmente en los sectores primario e industrial.
La estabilidad del peso es principalmente un reflejo de la debilidad del dólar estadounidense a lo largo del tablero en la jornada. La contracción del PIB en el último trimestre y la desaceleración del crecimiento anual son definitivamente señales de alerta que no podemos ignorar.
Los factores externos también juegan un papel crucial en el proceder del peso. Los datos económicos de Estados Unidos, principal socio comercial de México, podrían ejercer presión sobre la moneda. El crecimiento del PIB estadounidense en 2024 se ubicó en 2.3%, un ritmo de expansión que se ha desacelerado en el último trimestre, lo que ha limitado relativamente toda esta narrativa de gran excepcionalismo económico estadounidense que se vivió durante la primera mitad del mes de enero. Naturalmente, una mitigación del desarrollo económico en Estados Unidos es algo que puede tener implicaciones indirectas adicionales en la economía mexicana.
Adicionalmente, no podemos descartar el impacto de una política monetaria de flexibilización más agresiva la siguiente semana por parte del Banco de México, que podría adoptar una postura más “dovish” en respuesta a la desaceleración económica.
Otro factor de riesgo para el peso es la posible imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a productos mexicanos. La implementación de estos aranceles podría tener un impacto negativo significativo en la economía mexicana y desencadenar una mayor depreciación del peso.
La amenaza de aranceles es un factor de incertidumbre que pesa sobre el peso. Si bien esperamos que no se concrete, no podemos subestimar su potencial impacto en la economía mexicana y en la confianza de los mercados.
En este contexto, el peso mexicano se enfrenta a una encrucijada. Si bien la estabilidad a corto plazo del MXN es un signo de resiliencia, los riesgos tanto internos como externos podrían poner a prueba la fortaleza de la moneda en las próximas semanas y meses. La evolución de la economía estadounidense, la política monetaria del Banco de México y la amenaza de aranceles serán factores clave a seguir de cerca.
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