Este comportamiento refleja un contexto mixto donde factores económicos internos y externos compiten por marcar la pauta en la cotización de la moneda.
Entre los factores más relevantes que continúan brindando soporte al peso destaca el avance “favorable” en las negociaciones comerciales entre México y Estados Unidos. Particularmente, la posibilidad de que México quede exento del recientemente impuesto arancel del 50% sobre el acero y el aluminio ha generado expectativas positivas, aliviando parcialmente las preocupaciones sobre una posible erosión en el comercio bilateral y proporcionando estabilidad relativa al tipo de cambio.
Sin embargo, desde el frente económico interno se observan señales que podrían limitar una apreciación adicional del peso. La inflación general mensual en mayo mostró una ligera desaceleración al situarse en 0,28%, respecto al 0,30% del mes previo, mientras que la inflación subyacente también cedió terreno al ubicarse en 0,30%. A pesar de esta moderación mensual, la inflación anual alcanzó su nivel más alto en seis meses, situándose en 4,42%, reflejando persistentes presiones inflacionarias. Este panorama mantiene vivas las expectativas de que el Banco de México continúe con recortes en la tasa de interés, reduciendo paulatinamente el atractivo diferencial de tasas del peso frente a otras divisas.
Por otro lado, el desempeño del sector automotriz, crucial para la economía mexicana, sigue mostrando debilidad pese a algunas mejoras marginales. En mayo, las exportaciones de autos registraron una caída interanual del 2,9%, cifra que, aunque es una mejora frente al severo retroceso de abril, evidencia una débil demanda externa. Considerando que más del 80% de las exportaciones automotrices mexicanas se dirigen hacia Estados Unidos, cualquier tensión comercial futura seguirá representando un riesgo bajista significativo para la moneda nacional.
La atención inmediata del mercado se centra ahora en los próximos datos de producción industrial, previstos para este miércoles. Un resultado más débil de lo anticipado podría reforzar las perspectivas de una política monetaria más acomodaticia por parte de Banxico, situación que podría generar presión sobre la divisa mexicana.
Desde un punto de vista técnico, el nivel psicológico clave de 19 pesos por dólar se perfila como un umbral crítico para la moneda mexicana. En mi opinión, dicho nivel podría presentar importantes obstáculos para una mayor apreciación. De romperse claramente esta resistencia, el siguiente objetivo técnico se situaría alrededor de los 18.50 pesos por dólar, coincidiendo con el retroceso de Fibonacci del 23.60% derivado del movimiento bajista observado desde los máximos históricos del USD/MXN registrados en 2020.
Finalmente, es importante destacar que, si bien el peso mexicano enfrenta presiones internas y externas, mantiene un atractivo diferencial de tasas en comparación con otras divisas, lo cual podría continuar apoyando su estabilidad relativa. En paralelo, la resiliencia demostrada por las remesas, que alcanzaron niveles récord recientemente, continúa reforzando las reservas internacionales y otorgando soporte estructural adicional al peso.
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