Dos factores principales parecen impulsar esta dinámica bajista: por un lado, el mercado anticipa un nuevo recorte agresivo de tasas por parte del Banco de México (Banxico), y por otro, emergen riesgos comerciales externos que podrían complicar aún más el panorama para la divisa local.
Precisamente hoy, se espera que Banxico reduzca nuevamente su tasa de referencia en 50 puntos base, manteniendo el ciclo de normalización agresivo de su política monetaria. De concretarse, sería el segundo recorte consecutivo de esta magnitud, llevando el costo del dinero al 9% desde el actual 9.5%. Cabe recordar que durante el último ciclo restrictivo, la tasa alcanzó un máximo histórico del 11.25%, acumulando con este recorte un total de 225 puntos base de flexibilización monetaria.
Esta decisión llega en un contexto marcado por una sostenida inflación observada en marzo y un crecimiento económico persistentemente débil. Si bien la política monetaria más laxa busca incentivar la actividad económica, también incrementa la presión bajista sobre el peso, ya afectado por factores externos.
A esto se suma un panorama comercial desafiante. México logró registrar un superávit comercial de 2.21 mil millones de dólares en febrero, revirtiendo así el déficit de enero. Sin embargo, este superávit resulta preocupante al estar impulsado principalmente por una notable caída de las importaciones más que por una recuperación vigorosa de las exportaciones, reflejando una debilidad estructural en la demanda interna.
Particularmente alarmante es el desempeño del sector automotriz, cuyas exportaciones disminuyeron un 15.2% en febrero. Las ventas a Estados Unidos –principal socio comercial del país– retrocedieron un 10.7%, mientras que hacia otros mercados internacionales el desplome fue dramático, alcanzando un 40.2%. Esta vulnerabilidad se intensifica ante el anuncio reciente del presidente Donald Trump sobre la imposición de aranceles del 25% a importaciones de vehículos y autopartes, generando una renovada incertidumbre sobre el futuro de la relación comercial México-Estados Unidos.
La combinación de factores internos como una débil demanda doméstica, el ciclo de relajación monetaria de Banxico y la creciente incertidumbre comercial a nivel internacional, especialmente en un sector clave como el automotriz, dibuja un panorama complejo y retador para el peso mexicano en los próximos meses.
Así, el mercado parece anticipar que esta tormenta podría continuar presionando al peso, incrementando el riesgo de una mayor depreciación frente al dólar estadounidense. La divisa mexicana se encuentra, sin duda, en una posición vulnerable, en espera de mayores certezas tanto desde el frente interno como del escenario comercial externo.
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