En el ámbito doméstico, destacan los recientes incrementos salariales, que alcanzaron un 6.4% interanual, un elemento que podría afianzar el poder adquisitivo y sostener el consumo a mediano plazo. Sin embargo, el panorama económico general se mantiene frágil, como lo evidencia la contracción esperada del PIB en el cuarto trimestre y un crecimiento anual de solo 1.5%, muy por debajo del 3% alcanzado en años anteriores.
En cuanto a la actividad comercial, las ventas minoristas registraron un ligero avance mensual de 0.1% en diciembre, superando las expectativas de una caída de 0.4%. Pese a ello, la variación interanual muestra un retroceso de 0.2%, lo que confirma un escenario de estancamiento en el consumo. Este desempeño dispar se ve reflejado en las cifras desglosadas por sector: mientras alimentos, bebidas y tabaco crecieron un 9.3%, rubros como papelería, productos recreativos y ferretería exhibieron caídas significativas.
Por el lado de la política monetaria, el Banco de México ha tomado nota de la desaceleración económica y del progreso en la reducción de la inflación, lo que generó que optaran en su primera reunión del 2025 por un recorte de tasas de interés de mayor magnitud. Esta decisión, si bien busca apuntalar el crecimiento interno, podría ejercer cierta presión sobre la moneda en el mediano plazo.
No obstante, el peso ha encontrado un respiro en factores externos, como el aumento imprevisto en las solicitudes iniciales de desempleo en Estados Unidos, lo que ha apoyado ligeramente nociones de una postura menos agresiva por parte de la Reserva Federal.
Aun así, no podemos pasar por alto los riesgos que derivan de la volatilidad global y los conflictos comerciales, elementos que inciden en la percepción de los inversionistas, principalmente cuando México sigue presentando vulnerabilidades estructurales.
En este contexto, la fortaleza reciente del peso debe valorarse con cautela. La combinación de salarios al alza, consumo moderado y un entorno internacional incierto debería incitar cautela en los participantes del mercado. A pesar del impulso que ha recibido la moneda, la senda hacia un crecimiento sostenido depende de la estabilidad de las políticas macroeconómicas y de la evolución del entorno global, factores que serán determinantes en el comportamiento futuro del peso mexicano.
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