El reciente informe sobre pedidos de bienes duraderos de febrero sorprendió positivamente al registrar un aumento del 0.9%, frente a expectativas de un retroceso del 1%. Este dato, aunque inferior al robusto crecimiento del 3.3% observado en enero, continúa reflejando cierta resistencia en sectores clave como transporte, maquinaria, y equipos eléctricos, lo cual podría aliviar parcialmente las preocupaciones sobre una desaceleración económica inminente.
No obstante, el optimismo generado por esta cifra encuentra un importante contrapeso en la caída del 1.5% en los pedidos de bienes de capital no relacionados con defensa. Este indicador, crucial para medir la confianza empresarial y las inversiones futuras, mostró su primera contracción en cuatro meses al disminuir un 0.3% si excluimos aeronaves. Dicho retroceso parece revelar una cautela creciente entre las empresas estadounidenses, probablemente impulsada por la incertidumbre en torno a las políticas comerciales y arancelarias implementadas por la administración Trump.
En paralelo, la confianza del consumidor estadounidense exhibió ayer señales preocupantes en marzo. El índice general cayó drásticamente a 92.9 puntos, marcando su nivel más bajo desde 2022. Particularmente alarmante fue la caída del índice de expectativas, que descendió a 65.2, alcanzando mínimos de 12 años. Este retroceso refleja un creciente pesimismo de los hogares estadounidenses sobre las perspectivas económicas, exacerbado por la percepción negativa sobre las políticas comerciales y su potencial impacto en la inflación y el empleo.
Precisamente la inflación, y su evolución esperada en los próximos meses, se sitúa como un factor determinante en el sentimiento del mercado hacia el dólar. Los mercados esperan con particular interés la publicación del índice PCE, medida preferida por la Reserva Federal para evaluar las presiones inflacionarias. De confirmarse un incremento significativo en esta cifra, la FED podría verse impulsada a mantener una postura cautelosa y restrictiva, apoyando así al dólar. Por el contrario, una cifra más moderada podría llevar a la autoridad monetaria a considerar ajustes menos agresivos, presionando a la baja la cotización de la moneda estadounidense.
En definitiva, mientras los mercados continúan digiriendo estas señales contradictorias, el dólar parece destinado a mantenerse dentro de un rango estrecho a corto plazo. La incertidumbre sobre la política comercial, combinada con señales mixtas de fortaleza económica, generan un entorno operacional complejo. Así pues, la cautela prevalece entre inversores y empresas, y el mercado se mantiene atento, consciente de que en esta coyuntura, más que nunca, la claridad sobre políticas económicas y comerciales será clave para definir el futuro inmediato del dólar estadounidense.
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