La reducción de 50 puntos base llevó la tasa objetivo al 9.00%, marcando así una continuación agresiva del ciclo de normalización monetaria, uno el cual se encuentra rezagado frente a sus pares regionales de Latinoamérica.
La decisión del banco central mexicano responde principalmente a un escenario inflacionario relativamente contenido y una creciente preocupación por los riesgos económicos a la baja, incluyendo la posibilidad de una recesión técnica tras un primer trimestre visiblemente débil. La inflación general, situada en un 3.67% durante la primera quincena de marzo, ha proporcionado el margen necesario para que Banxico pueda relajar su postura monetaria sin comprometer excesivamente su objetivo inflacionario del 3%.
El contexto económico mexicano continúa ensombrecido por la incertidumbre asociada a la política comercial estadounidense. Las recientes amenazas arancelarias por parte de la administración Trump, especialmente aquellas enfocadas en vehículos y autopartes importados, podrían exacerbar la fragilidad económica mexicana, altamente dependiente del comercio bilateral con EE. UU. Estos aranceles, cuya entrada en vigor está prevista para principios de abril, representan una amenaza considerable para la estabilidad económica y monetaria del país.
Previamente, el mercado cambiario ha reaccionado favorablemente ante reversiones de anuncios arancelarios, pero la persistencia y concreción de estas amenazas generarían mayores presiones sobre el peso mexicano. El sector automotriz, clave en la estructura exportadora mexicana, ya enfrenta serios desafíos, con una caída significativa en sus exportaciones durante febrero, destacando la vulnerabilidad del país ante posibles restricciones comerciales externas.
A pesar de estas presiones externas e internas, Banxico ha logrado mantener un relativo equilibrio, recortando tasas para buscar impulsar la actividad económica al mismo tiempo que conserva una postura monetaria suficientemente restrictiva para contener potenciales riesgos inflacionarios. De acuerdo con la Junta de Gobierno, este enfoque es congruente con la trayectoria necesaria para asegurar una convergencia ordenada y sostenida de la inflación hacia su objetivo del 3% hacia el tercer trimestre de 2026.
De momento, una de las nociones que circula en los mercados es que la entidad mexicana podría mantener tasas superiores al nivel neutral como protección frente a la incertidumbre arancelaria y otros choques externos potenciales. Esto refleja una cautela estratégica, buscando equilibrar el estímulo económico con la estabilidad financiera.
De cara al futuro, el panorama sigue siendo complejo. Banxico podría continuar con ajustes similares en futuras reuniones, siempre condicionado a la evolución de la inflación y la actividad económica nacional e internacional. En definitiva, México enfrenta un momento crítico en el cual las decisiones de política monetaria jugarán un papel clave para mitigar la incertidumbre actual y sostener un entorno económico más estable.
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