Este movimiento, que se traduce en un avance del 0.8% durante la sesión, responde a una confluencia de factores macroeconómicos que están reconfigurando la operativa del metal precioso.
Una de las claves de este renovado brío del metal dorado reside en las últimas lecturas de inflación en Estados Unidos, las cuales han ofrecido noticias alentadoras en el frente desinflacionario. Previamente, el mercado asimiló con sorpresa una caída en el IPC anual al 2.3% en abril, el dato más bajo desde febrero de 2021 y por debajo de los pronósticos. Este panorama se ha visto reforzado ahora por el Índice de Precios al Productor (IPP), que descendió un 0.5% mensual en abril —la mayor caída desde el inicio de la pandemia en 2020—, desafiando expectativas de un leve aumento.
Este entorno de desinflación incipiente ha impactado directamente los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense. Aunque la Fed mantiene una postura de “wait and see”, la moderación en los precios alivia la presión sobre los costos del dinero. La correlación inversa entre el oro y los rendimientos se refleja claramente: la caída en las tasas reduce el costo de oportunidad de mantener oro, incrementando su atractivo. Los bonos a 10 años han retrocedido desde máximos recientes, pese a seguir por encima del 4.5%.
A futuro, la trayectoria del oro estará ligada a la evolución del comercio global. Históricamente, períodos de distensión y acuerdos reducen la demanda de activos refugio. La reciente reducción recíproca de aranceles entre EE.UU. y China por 90 días, por ejemplo, ha impulsado el apetito por riesgo, aunque también introduce cautela para las posiciones en oro a corto plazo.
En conclusión, el oro se encuentra en una encrucijada clave. La moderación en inflación y tasas le otorga impulso, pero la política monetaria de la Fed y el comercio global seguirán marcando su dirección. El mercado del oro demuestra su habilidad para interpretar señales complejas, y su recuperación actual evidencia cómo la inflación y los rendimientos reescriben la narrativa de los activos seguros.
Desde un enfoque técnico, destaca que el oro ha respetado el nivel de retroceso de Fibonacci del 38.2% de su último impulso alcista, desafiando la hipótesis de un doble techo bajista. Este soporte añade complejidad al análisis y sugiere que la batalla entre alcistas y bajistas aún no está definida.
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